Eduardo Ponce Roldán nace el 2 de febrero de 1948 en Los Palacios y Villafranca, donde ha sido docente en los colegios Juan José Baquero, Andrés Bernáldez y Juan Hidalgo.

Desde pequeño se siente atraído por el dibujo, afición apoyada por su familia y su maestro don Diego Llorente, quien le aconseja que curse estudios de arte, cosa que nunca llega a hacer. Pero el primer premio, con 14 años, de un concurso nacional en Vitoria y su consiguiente repercusión mediática le impulsan a seguir con su interés por la pintura.

Se define autodidacta, aprendiendo de copiar y observar en museos y exposiciones. Cambiando, a raíz de ello, en una primera etapa de juventud desde el surrealismo hasta el cubismo y el expresionismo, pero sin verdadera conciencia de ello y con mezcla de matices de todos. Posteriormente toma el camino del realismo y además de la figura y los bodegones se decanta por el estudio de las telas, una de sus pasiones, que aún hoy trabaja. Finalmente, su estilo se ha ido acercando a lo que podríamos definir como realismo mágico.

Ha ganado en repetidas ocasiones el ya extinto certamen anual de pintura y dibujo de Los Palacios y Villafranca, así como concursos en Utrera, Las Cabezas de San Juan y Montellano y la fase provincial del nacional de pintura joven de “Educación y Descanso” de la antigua delegación de juventudes. Así como participado en exposiciones colectivas en Carmona, Morón de la Frontera y en la desaparecida galería “La Pasarela”.

Don Antonio Sánchez Ramírez, párroco de Santa María la Blanca al que luego retratará, le hace varios encargos, entre ellos los murales del Sagrario, obra que le reporta mayor popularidad en la localidad. Más tarde retrata también a don José María Guzmán Sánchez de Alva -quien fuera director espiritual de nuestro centro-, de cuyo resultado se confiesa particularmente orgulloso.

Prolífico autor, ha trabajado bastante por encargo: retratos, costumbrismo, bodegones, copias o versiones de clásicos, ilustración de revistas y libros, escenografías. También encargos de hermandades, de asociaciones y del ayuntamiento, para la promoción de actividades de índole cultural y deportiva. Señalamos el diseño y realización, durante veinte años, de las carrozas de la cabalgata de Reyes Magos.







-¿Qué le sirvió de inspiración para hacerse pintor? 

-Estoy pintando desde muy pequeño, incluso en el colegio los maestros me pedían dibujos. Lo que de verdad me puso en marcha fue que a los trece o catorce años mandé un dibujo a un concurso infantil en Vitoria y lo gané, salí en los periódicos, ya que era un concurso nacional y eso me hizo tener más seguridad.


-De sus obras, ¿cuál es su favorita? 

-Es una pregunta muy difícil para un pintor. En mi última época pintando, la que más me gusta es "La alacena", un cuadro tríptico; pero todos los cuadros tienen mucho trabajo, historias, etc.


-¿Tiene algún pintor favorito?

-Más que pintores tengo cuadros favoritos. Me gustaba Dalí y Picasso, más tarde empezó a gustarme lo plástico, Zurbarán. Y en la actualidad me decanto más por obras que por pintores.


-¿Disfruta pintando? ¿Qué es lo que más le gusta pintar?

-Algunas veces se disfruta y otras no, puedes sufrir por falta de ideas, o por no tener inspiración, o puedes disfrutar porque te sale todo lo que quieres. Me gusta pintar figuras humanas, bodegones o telas porque es un modelo quieto y es fácil observarlo, me interesa más la figura humana ya que me transmite más.


-¿Qué se necesita, en su opinión, para que alguien pueda ser pintor?

-Tener capacidad de trabajo o un don. Tiene que gustarle mucho y no venirse abajo, ser modesto y saber que para él, haga lo que haga, es poco ya que hay mucha gente que ha hecho más.


-¿Qué opina de la pintura en general? 

-Para mi es mi pasión. Lo que me gusta es la libertad de expresión porque por ejemplo en el barroco no había estudios para pintar, había talleres, y tenían personas que ayudaban. El pintor era un trabajador y no podía salirse de esos talleres. Había gente llamada "sensores" que estaban para controlar si se estaba haciendo bien. Ahora me gusta más porque se puede hacer y pintar lo que sea.


-¿Se puede vivir del arte?

-Hay quien sí y hay quien no. Yo creo que sería un disfrute muy grande vivir de ello y que la gente lo vea. En mi caso no he vivido del arte, he vivido de mi profesión, maestro. 


-¿Qué cree que es más importante en la pintura: la imaginación o la técnica?

-Las dos cosas. Una figura muy técnica o bien pintada y que no transmite nada no sirve y viceversa.


-¿Le gusta la vida que ha escogido? 

-Si te refieres al trabajo, sí me gusta.


-¿Está trabajando en alguna obra actualmente? 

-Sí, estoy pintando "El juicio de Paris", una obra de la época griega, en la que se ve reflejada la disputa entre tres modelos por ser la más guapa y, por tanto, elegida por Paris. A la ganadora se le daría una manzana dorada en la que ponía: "para la más bella", pero en vez de pintar a las tres modelos estoy pintando tres ancianas, para demostrar que la belleza está en el interior. Es un reto muy difícil, no sé si lo conseguiré, ya que quiero que se vea reflejado en la cara de la anciana con la manzana dorada que es la ganadora y que por tanto está orgullosa.


-¿Tiene alguna anécdota interesante relacionada con la pintura? 

-De joven, fuimos a Sevilla para examinarnos por libre del bachillerato tres amigos del pueblo. En la prueba de dibujo hicimos una pequeña trampa: yo hice los tres dibujos y cada uno entregó uno. Lo curioso es que a mis dos amigos le pusieron muy buena nota y a mi no.


-¿Conoce otro pintor de Los Palacios y Villafranca?

-Mercedes Antequera, es una ceramista muy agradable y merece la pena conocerla. 





(Picar sobre las obras para verlas a tamaño completo. 
En algún caso puede ser necesario para verlas enteras por problemas de definición de los márgenes)


La espera inútil
Sobre 1970
Óleo sobre tabla
122 x 125 cm
Esta obra representa una primera etapa más cercana al cubismo y expresionismo, en la búsqueda de nuevas técnicas. En ella se alude a una tragedia en el mar. El bloque central es macizo, con la pincelada en el sentido de la forma, lo mismo que la parte superior, siguiendo el movimiento. La figura de la izquierda sirve de contrapunto para el equilibrio de la composición. Causó cierto "revuelo" por ser la primera en salirse del impresionismo como primer premio del extinto certamen local de pintura.



La esquina
Sobre 1970
Óleo sobre tabla
119 x 83 cm
Cuadro inspirado en un personaje real. De joven, el autor veía siempre a esta anciana sentada en una esquina de las "casas baratas". Expresionista, claramente influido por el cubismo, emplea una técnica de raspado. Se aprecia la fuerza de las manos, los pies. La cara está oculta, pues nunca se la llegó a ver.




La planchadora
1982
Óleo sobre lienzo
146 x 114 cm
Una de las primeras obras que inician el estudio de las telas, en la que la mujer y la plancha son anecdóticas en cuanto a tal fin. El fondo es tenebrista, irreal. Primer premio en el certamen local de pintura. Tras este continuaron muchos más estudios de telas y metales, temática muy del gusto del autor.




Maternidad
1996
Óleo sobre tabla
100 x 50 cm
Define el estilo de los últimos años, el realismo mágico, con la utilización de elementos tanto reales como transformados para la transfiguración de la realidad. Para ello se usa una escultura policromada que, de abajo hacia arriba, sufre una metamorfosis desde lo escultórico hacia lo carnal; abriéndose como una carcasa y dando lugar al auténtico espíritu de la maternidad, un "abrazo de carne".




Tríptico de la alacena
1996
Óleo sobre lienzo
63 x 100 cm
Este cuadro supone un viaje a la infancia del autor, memoria de una alacena de casa de su madre. Las manos evocan el paso del tiempo. El plato, hiperrealista -del que se siente particularmente satisfecho-, lo real. Las granadas, de perspectiva imposible, hablan de lo irreal, de la superposición de unos recuerdos a otros, siendo estos completos en sí mismos. Primer premio del certamen local de pintura.




Al hilo de lo expresado en la entrevista, no nos resistimos a incluir como extra, con permiso del autor aunque inacabado, "El juicio de Paris" -óleo sobre lienzo-. Del que destaca las manos en blanco y negro, resaltando su importancia dentro del mensaje de la obra como lugar de depósito del premio. La mano que recibe, la que se extiende pero no obtiene y la que ni siquiera se preocupa.






Fotografías de los cuadros de José Vicente Cremades Begines

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